boda la pedrera

Era una tarde-noche de invierno y yo estaba fotografiando una boda en El Cafè de la Pedrera, uno de los restaurantes más emblemáticos del modernismo. Obra de Gaudí y situado en el mismo edificio de la Casa Milà, conocida también como La Pedrera.  Era una noche fría y estábamos disfrutando de una boda tranquila e íntima y recuerdo mirar a través de los enormes ventanales de la cafetería y ver cómo la gente paseaba tranquilamente por Paseo de Gracia.

Estábamos en el corazón de Barcelona, simplemente disfrutando del momento y estar allí, haciendo fotos de esa pareja en un sitio con tanta historia, me hizo sentir muy agradecida y afortunada. Gracias a este trabajo he podido disfrutar de espacios tan bonitos y exclusivos como este.

Ana e Isma son de Barcelona. Querían celebrar una boda íntima urbana aprovechado los encantos de Barcelona. No querían celebrar su boda en una masía en un mes del verano, sino que decidieron casarse en pleno invierno: una fría tarde del mes de Febrero. Abrigos, bufandas, chaquetas de cuero y muchos muchos abrazos para entrar en calor. Ella con un precioso y sencillo vestido de novia de L´Avetis y él con traje de Hugo Boss.

 Todo empezó en el Saló de Cent. Ya he tenido la suerte de realizar más bodas en esta impresionante sala de estilo gótico del Ayuntamiento de Barcelona -puedes ver otras bodas aquí-. Y siempre que fotografío una boda allí no dejo de asombrarme de esa sala diáfana majestuosa y monumental. En esta ocasión, se trataba de una boda muy íntima. Sólo querían estar con sus familiares y amigos más cercanos y que todo fuese lo más relajado posible. Huyendo de protocolos y de timings estrictos. Sólo querían disfrutar y estar con los suyos.

También tenían claro que querían una sesión de fotos por las calles del barrio Gótico de noche. Calles estrechas y oscuras iluminadas sólo por unas farolas que daban una atmósfera íntima y aportaban ese rollo urbano que querían en sus fotografías. También querían una parte de la sesión en el metro, por lo que decidimos coger uno para llegar hasta el Cafè de la Pedrera.

El resto termina donde yo he empezado este texto: rodeados de los suyos en un sitio mágico del modernismo. Y es que esa es la palabra que me viene a la cabeza cuando pienso en su boda: magia adornada de techos modernistas en una fría tarde de invierno.