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MI HISTORIA
Nací allá por la década de los 80 en un pueblo de Andalucía. Viví toda mi infancia y adolescencia en una casa de campo. Sin mucha más compañía que la de los animales del campo y una vecina que vivía a escasos metros de mi. Esta mujer se llamaba Carmen. Eran los maravillosos 80 y 90. En esa época -gracias a dios- no existían los móviles, ni internet. Y pasaba las horas escalando árboles y persiguiendo insectos que yo creía que necesitaban urgentemente mi ayuda y los llevaba a un hospital de insectos.
Algunas tardes las pasaba con Carmen por tres motivos: me regalaba de vez en cuando una apetitosa cucharada llena de azúcar, me llamaba cada vez que veía las primeras golondrinas aparecer en primavera y se pasaba las horas enseñándome sus álbumes de fotografías de cuando ella era una jovenzuela y vivía en Tánger.
Carmen tenía 60 años y a mi por aquel entonces me abrió las puertas de un mundo totalmente diferente al mío a través de sus fotografías y de sus historias. Y ahí, entre cucharadas de azúcar y golondrinas, surgió mi pasión por la fotografía y por cómo cuentan historias.
A Carmen se le llenaban los ojos de lágrimas cada vez que me contaba una tarde tras otra la misma historia. Yo por aquel entonces no comprendía muy bien nada. Sólo sentía fascinación por sus historias y por ver cómo ella tenía menos arrugas en esas fotografías.
Carmen hoy ya no está.
Pero me tatué una golondrina para llevarla siempre conmigo.
Y yo me fui a conocer el mundo que ella siempre me enseñaba. La curiosidad me ha llevado a vivir y viajar por diferentes países: Costa Rica, EEUU, Japón, Indonesia, Cuba, México… Siempre con mi cámara a cuestas y buscando la belleza de las pequeñas cosas en la fotografía.