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Esta boda se celebró en unos acantilados de Menorca. Con el Mar Mediterráneo de fondo y los novios y los invitados en una boda íntima rodeados de naturaleza y las playas salvajes de la isla.

Hay emails de parejas que te escriben para su boda y ya intuyes que de ahí no sólo vas a sacar fotografías, sino el comienzo de algo muy bonito junto a ellos. Eso fue lo que pasó con el mail que Cristina me escribió para su boda con Álvaro en Menorca.

Partimos de la base de que Menorca es muy especial para mi por muchos motivos, pero si encima le añades las palabras tan bonitas que Cristina me dedicó, no tuve más remedio que tener un «amor a primera vista» hacia lo que me contaban…

Eligieron casarse en Menorca, su Menorca, a su manera. La celebración fue en el Hotel rural Sant Joan de Binissaida. Los invitados fueron pensando que pasarían el día por allí. Sin embargo, Álvaro les esperaba con una sorpresa: la boda no se celebraría la finca. Irían todos juntos en un autobús a una pequeña cala cercana para realizar la ceremonia. No había nada planeado ni colocado en ese acantilado. Tan sólo unas esparteñas para que las invitadas pudiesen caminar cómodamente sobre las piedras.

Cuando Cristina apareció entre las rocas radiante de felicidad y con un vestido increíble de Laure de Sagazan, los invitados no podían aún ni creerse dónde estaban. El resto: una cala salvaje de Menorca, asombro de los invitados, nervios de los novios, Álvaro dándolo todo y emoción, mucha emoción por parte de todos.

Tras la ceremonia, vuelta a la finca, pomada casera menorquina, un jaleo de caballos muy típico de allí, sorpresa de Álvaro dedicándole un baile a Cristina, más baile y muchas ganas de pasarlo bien. Esa era la boda natural y sencilla que querían y esa fue la boda que tuvieron: rodeados tan sólo de su gente y de la naturaleza de la isla.